miércoles, 18 de marzo de 2015

Con la huerta no se juega

Texto publicado en Levante-EMV el 11 de febrero de 2015. 


Es complicado hablar de agricultura precisamente en una tierra en la que el campo ha sido, históricamente, uno de los máximos valores, seña de identidad clara y concisa. Es difícil hablar de un sector que sobrevive como puede al tiempo y a la libre y dura competencia, cuando siempre ha sido referente en cantidad y calidad con respecto a otras zonas mundiales.

Todo lo que representa, a nivel simbólico, es incomparable a la cantidad de gente que hoy sigue viviendo de la agricultura en y del campo. Porque si hablamos de simbolismos, debemos hacerlo también de practicidad presente y, sobre todo, de futuro. Mañana terminan los últimos exámenes teóricos para muchos de los  alumnos que se preparan para ser titulados en Agroecología en la Escuela de Capataces  Agrícolas de Catarroja. Algunos de ellos, una vez finalicen sus prácticas de empresa en mayo, seguirán con la intención de formarse, pero otros buscarán desde ese momento una salida laboral de acuerdo con aquello que vienen estudiando en este ciclo formativo medio (dos cursos de duración). Y no es la única disciplina de esta área la que se estudia en Catarroja.

Para el Ayuntamiento de Valencia, la fórmula sigue siendo  la misma: construcción y expansión  Al menos es lo que se saca en claro de la revisión del Plan General de Ordenación Urbana, presentado en plenas vacaciones navideñas con el fin de aprobarlo a toda prisa antes de las elecciones. Empieza a resultar molesto, por la notoriedad que va adquiriendo en la calle, para quienes quieren llevarlo a cabo. Y no es de extrañar. Si todo sigue adelante, cientos de hectáreas de la huerta de Vera por el norte, Poble Nou y Castellar-Oliveral por el sur podrían desaparecer en pro de viviendas y otras construcciones que, ya sabemos por esta crisis que seguimos pasando, no son la solución a los problemas. Parece ser que no hay suficientes viviendas vacías en la ciudad y hay que seguir construyendo.

Cierto que nuestra huerta no solo se limita a la zona que marca este plan, y que las oportunidades, por lo tanto, pueden no ser tan escasas para nuestros futuros agricultores. Pero llama la atención cómo, en un momento en el que tratan de potenciarse y asentarse iniciativas y esfuerzos como los huertos urbanos y se intenta incentivar a los jóvenes en este sentido, nuestros dirigentes sigan viendo edificios, comercios y viviendas donde otros ven desarrollo agrícola, identidad y medio ambiente. No olvidemos que una nueva ola de jóvenes está apostando por modos más sostenibles de vida. Gente que sigue viendo en la tierra su más inmediato futuro. Personas a las que nuestros dirigentes no comprenden.

Vecinos de Benimaclet, profesores de la Universitat Politécnica de Valencia, afectados directos y ciudadanos comprometidos ya están levantando la voz a través de actos y concentraciones que crecen día a día. No quieren acabar de un plumazo con aquella Valencia que tan bien plasmó e internacionalizó Blasco Ibáñez en sus novelas.

Claro que la evolución en cuanto a infraestructuras y servicios es importante, pero no a costa de las raíces, el medio ambiente y las oportunidades de trabajo en un medio que siempre ha sido tan nuestro. No hay otra: nos queda esperar a marzo, un mes importante por lo que conlleva. A ver si para entonces ya tenemos el emoticono de la paella en el whastapp. Aunque esa es otra historia. 

El tobogán de la austeridad

Publicado en Levante-EMV el miércoles 21 de enero de 2015

De todos es sabida la importancia del clima y del contexto en el que crecen y evolucionan los más pequeños, de las dificultades que sufren en las ciudades, a priori mucho más inseguras y peligrosas que los pueblos, donde el tráfico y la concurrencia es menor y permite a los niños más holgura a la hora de vivir la calle con más naturalidad.

Informaba hace unos días una nota de prensa lanzada desde la delegación de parques y jardines de Valencia sobre ciertas novedades. Siempre a instancias de  la asociación de vecinos de Russafa, comunicaba a los medios y en consecuencia a la ciudadanía en general la instalación de un parque de juegos infantiles en la archiconocida Plaza del Doctor Landete, junto a la parroquia de San Valero.

Los tres únicos elementos que conforman este parque de juegos infantiles son un tobogán y dos muelles de los que, en su parte superior, cuelga la cabeza de un caballo de juguete desde el que los niños pueden balancearse, siguiendo las reglas de la física básica, adelante , atrás y poco más. Eso es todo. Incrédulo ante lo que me contaban me lanzo a la aventura y decido visitar la zona in situ para confirmar que los elementos de tamaña obra pública se limitaban a lo leído.

Como era de esperar, casi paso de largo. Junto al conocido mercado se postran ante mí los tres juegos con los que, según reza el texto oficial, los niños deben usar y disfrutar al ser una plaza que presenta una gran afluencia de público.  No acaba aquí la cosa. Hay que recalcar la instalación de un pavimento de seguridad en la superficie, uno de esos ligeramente acolchados para evitar batacazos y resbalones.  En conjunto, todo un brindis a la estética y la funcionalidad para el barrio, que por supuesto sacará del apuro a los muchos niños que lo habitan o visitan con asiduidad. Dadas las circunstancias, es mejor no imaginar una mañana de domingo con overbooking de pequeños seres humanos ávidos de energía y  ganas de darlo todo, porque ni de lejos salen a un balanceo por cabeza cada diez minutos.  Y todo con un coste de casi 7.000 euros.  

Hay que ver cómo se esmeran desde nuestro consistorio para vender novedades y mejoras. La nota expone actuaciones en un par de zonas que se suman a la de la plaza citada, una en el Mercado de Abastos y la última, la remodelación en un jardín de la zona del Marítim, con desplazamiento y visita oficial por parte de la concejal, equipo técnico y asociación de vecinos. Todo ello para verificar la puesta en marcha de un nuevo juego (sin especificar) y la restauración de dos balancines.

Hay dos aspectos a tener en cuenta en el nuevo parque de juegos de Russafa. Por un lado, la rapidez y eficacia de la instalación en comparación con los años de retraso de las obras del barrio. Y por último, nuestros líderes locales con licencia para gobernar han entendido muy claramente el mensaje de austeridad que desde hace años viene pregonando su querido gobierno central. La pauta correcta recomendada a los adultos viene a ser la de mostrarse felices por cobrar un sueldo rácano (aquellos que cuenten con un trabajo, digamos, standard) y no levantar la voz. En el caso de los niños, ya lo tenemos claro: que se balanceen lo justo. Y sin abusar.